Intercambiamos costo, precio y valor como si fuesen sinónimos, pero no siempre tienen el mismo significado.
Vir Gaglianone
June 2023
El precio depende de circunstancias externas. El costo es personal. El valor es intangible. Por ejemplo, los precios de los libros no siempre reflejan el costo personal que requiere escribirlos, editarlos y publicarlos. El valor de un libro no es igual para el autor, que para el lector que no logró terminarlo, que para quien siente que le cambió la vida. Los precios de los libros para la facultad son siempre altos, pero después de un par de semestres pierden valor porque los editores les agregan uno que otro capítulo o estadística, y a los dos o tres años, ese libro ya “no vale” nada.
Después está todo lo intangible, que es más difícil de calcular. Como el valor de una relación, el precio de un error o el costo de la ignorancia, que siempre es alto. No hablo de la ignorancia en sí. Tiene valor admitir que no sabemos algo y necesitamos más información. Hablo de la ignorancia de las mentes cerradas que se niegan a aprender, de la ignorancia vestida de soberbia, de la necedad, y el fanatismo. Cuesta caro negarse a aprender de la experiencia y de los errores que son inevitables, no animarnos a hacer preguntas, o a cuestionar a los líderes que nos gobiernan, no tener el valor de cambiar de opinión.
Amo a la gente sin educación es una de las frases más conocidas de Trump, no por ser novedosa ni exclusiva, sino porque admite lo que muchos políticos piensan. Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción, nos advertía Simón Bolivar siglos atrás. Cuesta menos gobernar a un pueblo ignorante, que a un pueblo con la capacidad de cuestionar a sus líderes. No es casualidad que las castas inferiores o dhalits de la India no tengan acceso a la educación; que tantos países, aún hoy, les prohíban a las mujeres ir a la escuela; que ciertas religiones, cultos y partidos políticos insistan en la creencia ciega de sus dogmas. O estás con nosotros o estás en contra. No hay lugar para cuestionamientos. La ignorancia fomenta la polarización y siempre es más fácil gobernar a un país dividido. Creerse las mentiras de los políticos de turno, le cuesta al pueblo sus derechos, su futuro, el de sus hijos, el de sus nietos.
¿Qué precio pagamos cuando repetimos historias y condenamos sin cuestionar, sólo porque lo dijo un partido político determinado? ¿Cuánto costaría enseñarles a los chicos, y no tan chicos, a ser pensadores independientes, a cuestionar la autoridad, a discernir entre fuentes de información confiables, propaganda política y teorías de conspiración?
El fanatismo nos cuesta caro. Tenemos acceso, prácticamente gratis, a todo tipo de información, pero elegimos creer teorías conspirativas que no tienen lógica. Cuestionamos los sistemas binarios, pero no salimos del blanco y negro. Es conservadores o liberales, peronistas o antiperonistas, pro-vida o pro-choice, izquierda o derecha. Para todo hay que elegir uno de los dos bandos. Mientras tanto, los que creemos que ni todo lo que dice un grupo es verdad, ni todo es mentira, quedamos en el medio. Si algo no me cierra, obvio que lo voy a cuestionar. No me interesa comprar el paquete partidario entero. Y eso también tiene su precio. Tuve buenos amigos que dejaron de hablarme por criticar a sus líderes políticos. Por otro lado, el valor que tiene descubrir quiénes realmente son o no buenos amigos es impagable. Mis amigos de verdad no dejaron de quererme por votar diferente.
Para usar las redes sociales no tenemos que pagar, pero eso no significa que sean gratis. Pagamos con nuestra información personal y con nuestra privacidad. El precio que pagamos por la difusión de las mentiras y el odio que se originan en esas cámaras de eco es difícil de estimar.
Respetar otras ideas, encontrar lo que tenemos en común, lo que nos une, en lugar de lo que nos divide, poder admitir cuando estamos equivocados o cuando los “del bando opuesto” tienen razón no tiene un precio definido.
Animarnos a ser pensadores independientes es invalorable.
Photo Credit: Monstera/Pexels
 
 
 
 

 












 
 
