No hay un solo día que el
presidente no nos sorprenda, o nos asuste. Preocupan su facilidad para faltar a
la verdad, sus ataques a la prensa, su desdén por la ley, su racismo sin
sentido, su empecinamiento por contaminar el planeta. 
Preocupa también la llegada del
nuevo virus, cuyo nombre primero escuchamos al pasar y hoy nos obsesiona.
Preocupa la respuesta tardía del gobierno a la pandemia y la manipulación de la
información. En la actualidad, no hay suficientes exámenes para determinar si
una persona tiene el Covid-19, y la desconfianza en la manera en que el
gobierno está manejando la situación amenaza al mercado.
Cuatro años más de esta
administración serían devastadores. Devastadores para los derechos de mujeres,
inmigrantes, trabajadores, para la salud del planeta, para el acceso al cuidado
de salud, para la composición de la Corte Suprema. Cuatro años más son
impensables para millones de estadounidenses. 
Si bien cuesta creer que haya
personas que aún piensan votar por Trump, lo entiendo. Entiendo que no todos
somos iguales, y que las circunstancias que nos rodean moldean nuestras
perspectivas. 
Lo que me cuesta creer más aún, y
no entiendo, es que haya quienes que, a pesar de estar totalmente en desacuerdo
con las políticas de esta administración, declaren que si su candidato no gana
las primarias, prefieren que gane Trump.
Leo en las redes sociales a
cientos de personas que juran que antes de votar por Biden prefieren que se
quede Trump y no lo puedo creer. Me alarma la actitud. 
Mi primera opción no fue ni Biden
ni Sanders, sino Warren. Lamentablemente este país aún no está preparado para
una mujer en la Casa Blanca. Las mujeres con educación, coraje y nuevas ideas
aún intimidan a muchos y a muchas. 
Pero eso no significa que voy a
renunciar a mi derecho de votar. Hay mucho en juego y demasiado que perder. Ni
Sanders, ni Biden son los enemigos. No podemos fomentar o siquiera insinuar
divisiones entre nosotros.
Desde mis años en Argentina, más
de una vez sentí que tenía que votar por la opción “menos mala”. Contadas veces
mi candidato preferido salió elegido, pero eso no me disuadió de votar. Sigo
haciéndolo porque no es sólo al presidente a quién elegimos, elegimos también
al Senado, al Congreso, a quienes elegirán a la próxima jueza o juez de la Corte
Suprema.
No dejemos que una pasión nos
robe otros cuatro años de nuestras vidas. Votemos a quién sea que gane las
primarias demócratas. Tenemos que salir de esta lo antes posible. Ya
habrá tiempo para empezar la Revolución. 
 





 



 
 
 
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